sábado, 22 de octubre de 2011

EL SAN FERMIN ANTOFAGASTINO


Señoras entren los niños a las casas, que no quede ninguno en la calle, gritaban firmemente los jinetes que montado en viejos corceles y con largas cañas de madera, se paseaban por todas las calles y pasajes de la población Paraguay de Antofagasta. Ellos anunciaban con galopes y relinchos que pronto comenzaría una estampida que solo los más valientes serian capaz de ver desde sus ventanas o parados tras las rejas de sus jardines. Lo que esos jinetes menguados del norte no sabían, era que un grupo de niños de la población estaban a punto de vivir su propia aventura taurina que habían preparado en sus horas de escuela y que recordarían toda la vida.

Fue así como, en los patios y recreos de la antigua y querida Escuela N° 7 Republica de Argentina, hoy D-90, junto a sus aulas de madera y barro humilde y después de una clase en que la profesora jefa, Señorita Naroha, nos enseñara con gran detenimiento y motivación las costumbres y tradiciones Españolas con motivo de la celebración de un 12 de octubre, entre ellas la fiesta de San Fermín, un grupo de alumnos decidieron tener su propio encierro de toros y hacer su particular corrida. Cuenta la historia, que un día viernes en la mañana, durante los acalorados minutos de recreo repletos de sonrisas y bullicio infantil, se pasó el dato que un tren llegaria con ganado en pie al día siguiente en la mañana, entonces rápidamente se hizo una reunión secreta en los patios del colegio y nos pusimos de acuerdo para esperarlo y realizar nuestras proezas taurinas.

Esa mañana de sábado nuestras madres pensaban que estábamos en nuestras camas o algunos simplemente haciendo deporte en la escuela. Minutos antes nos habíamos ocultamos en los pasillos de los departamentos que daban a un portón de madera pintado de verde del ferrocarril por donde saldrían el ganado rumbo a la muerte. Los minutos pasaban, los corazones comenzaban a latir con más fuerza y miedo, nadie se arrepentía y esperábamos ansiosos nuestro momento de valor en que demostraríamos nuestra hombría a las órdenes del líder. Lentamente el tren fue deteniendo la marcha y mientras realizaba su metálico frenado los ruidos y silbidos de los fierro contra fierro nos fueron indicando que el momento se acercaba. Rápidamente los jinetes de caballos viejos rodiaron el tren, mientras alguno trabajadores colocaban varias ramplas de madera al costado de los portalones del tren, a una orden del capataz lentamente estas puertas corredizas de los vagones comenzaron a abrirse…………….Nosotros mirábamos atentos…. lentamente comenzaron a asomarse las primeras cabezas de ganado , un poco dormidos y atontados por tan largo e incomodo viaje, al cabo de algunos minutos ya se agolpaba una manada numerosa al costado del tren que mugía y se paseaba nerviosa por el estrecho espacio dejado entre tren y reja. Cada minuto era vigilado por estos caballeros de pobre armadura que le señalarían el camino al ganado que mansamente bajarían a su muerte. A una orden del caporal mayor se abrió el portón principal de los patios del ferrocarril que da a la calle Venezuela………….y comenzaron a bajar los toros ¡Ese fue nuestro momento de valor y coraje ¡ El grupo salió rápidamente corriendo del escondite y con inusitado coraje y gran distancia, eso sí, nos pusimos frente a la manada que avanzaba despreocupada y medio atontada calle abajo. Agitamos pañuelos y dimos gritos de toreros y matadores. Los más osados y mayores corrieron a enfrentarlos para llamar su atención, pero los toros no les hicieron mucho caso, más bien fueron los jinetes que en prusiana formación y galopante trotar, cargo sobre nosotros alejándonos de la calle a varillazos y garabatos, mientras los otros centauros detenían la marcha del la manada unos metros más arriba.

Al final de nuestra aventura habíamos realizados nuestra propia fiesta de San Fermín Antofagastina y a tal vez sin saberlo habíamos soportado heroicamente una carga de rustica y para nada piadosa caballería que marco nuestras espaldas, hombros y cabezas con los rigores de fuertes varillazos que al final del día, no serian nada comparados a la “tanda” que nos dieron nuestras Madres cuando supieron con exactitud y detalle las noticias de las taurinas aventuras de sus hijos.

Ricardo Rabanal Bustos
Profesor

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Nuestra Amelia Earhart Nortina

Teniente Carolina Fernández
(Q.E.P.D)

Cuando el impacto de las informaciones provenientes de la isla Juan Fernández comienzan a disminuir en su recuerdo emocional y en medio de del tristeza que siente el país, ya se empieza a asimilar la pena que significa la pérdida de 21 chilenos tan destacados, que surcaban los cielos y cruzaban el océano rumbo al archipiélago en pos de una causa noble que desplegaría sus ideas para la reconstrucción de esta isla Chilena tan golpeada con el terremoto y tsunami del 27 de febrero.

Seguramente a todos los Antofagastinos nos paso que a medida que nos enterábamos de los detalles del fatídico vuelo del casa 212 y de los nombres de las figuras nacionales que eran sus pasajeros, nos dimos cuenta también, con gran pesar, que toda la tripulación del siniestrado avión pertenecía a la base aérea de Cerro Moreno y que muchos de sus integrantes desarrollaban sus carreras profesionales en Antofagasta y además algunos de ellos siendo Antofagastinos habían cursado sus estudios primarios y secundarios en esta ciudad.

Fue así, como un avión que sale de entre las nubes surcando el cielo, acompañando de un sol luminoso que hace brillar el plateado fuselaje de la nave, como una estrella diurna ante los ojos de los humanos sin alas. Que las historias de vida de esto aviadores comenzaron a revelase en toda su magnitud para los chilenos y en especial para los hijos de esta tierra. Es aquí donde la leyenda de la teniente Fernández, la experimenta y virtuosa piloto de este avión fue apareciendo para muchos de nosotros, que alejado del mundo de la aviación no lo conocemos en la plenitud que deberíamos por tener tan importante e histórica base aérea desde hace tantos años en la entrada norte de Antofagasta. Carolina fue una alumna brillante que estudio su educación básica en la Escuela Municipal E-88 ubicada en la misma base de Cerro Moreno y su enseñanza media en el colegio Católico San José, sus compañeros de curso han dicho reiteradamente por la prensa que su sueño siempre fue volar y cuando fue acepta en la Escuela de Aviación Capitán Avalos este quimera comenzó a hacerse realidad. Con el tiempo paso a formar parte del selecto grupo de pilotos de la Quinta brigada aérea, miles de horas de vuelo, travesías de rutina, rescates milagrosos en la Pampa nortina entre la puna desértica y la nieve altiplánica de Colchane, los vientos caluros y violentos del caliche que anidan en los áridos y ripiosos cerros del norte la templaron a ella y a toda su tripulación para hacerlos los aviadores que quedaran en el recuerdo y la leyenda de todo un país.

El rescate en este tiempo continua y pronto vendrán las investigaciones de este mortal acontecimiento, pero mas allá de los hechos que lo provocaron, quedara la satisfacción de que esta valiente tripulación perdió su vida cumpliendo su deber de aviadores chilenos, sirviendo al país, a ese Chile alejado del centro y rodeado de agua que solo depende de las alas amigas de la FACH o los poderosos buques de la Marina de Chile. Lecciones de patriotismo, sacrificio y lealtad hemos recibido de todos quienes participan en este gigantesco rescate marítimo, que ya cobro una vida. Aquí no hay espacio para criticas ni conjeturas apresuradas, jefes y subalternos unidos en la lealtad del mando, el amor a Chile y el compromiso con las víctimas y sus familiares de rescatar sus cuerpos de las profundidades de un mar tempestuoso e indómito que no tregua. Ya vendrá el tiempo en que los motores rujan su verdad y los huesos metálicos del fuselaje mayor cuente su historia a la ciencia aeronáutica que hoy reúne las pruebas técnicas que dirán la verdad.

Mientas tanto, vuelen alto, Carolina, porque junto a Flavio Oliva, Juan Mallea, Eduardo Estrada, Eduardo Jones, Erwin Núñez. Tripulación de aviadores mártires, Tu gloria de Mujer Piloto Chilena se ha prendido en los corazones de cada niño y niña chilena que sueña con surcar los cielos y ser pionera y heroína como tú los has sido tan valientemente.



Ricardo Rabanal Bustos
Profesor
www.ricardorabanalbustos1.blogspot.com


Antofagasta, 15 de Septiembre 2011

miércoles, 24 de agosto de 2011

SEÑOR MUERTO NO SE HAGA EL CUCHO

Escrito en un papel, pegado en varios nichos en el cementerio municipal de Antofagasta "Notificamos vencimiento de este nicho, sírvase concurrir a nuestras oficinas a la brevedad". Mientras miraba este papel ya amarillento por el sol, me quedé pensando un rato y me pregunté ¿a quién le notificarán el vencimiento?

Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha sepultado a sus muertos para toda la muerte. Los egipcios se daban el trabajo de construir monumentales pirámides, la llenaban de trampas y cámaras secretas, donde escondían los tesoros del faraón. Dicen que después del funeral, mataban a cuanto tipo tuviera que ver con la construcción de la pirámide, para evitar que se revelaran sus secretos y que los tesoros fueran a parar a las manos de los temidos ladrones de tumbas. Entonces la muerte de un faraón venía a ser algo asó como una catástrofe nacional, por la cantidad de muertes que acarreaba, sobre todo para los constructores de edificios públicos en Egipto.

En la antigua Grecia, los griegos menos monumentales y más cerebrales, creían que los muertos que no recibieran digno funeral, estaban irremediablemente condenados a vagar eternamente SIn destino Ni horizonte, por tierras frías e inhóspitas o sea los mandaban al desierto de Atacama por la noche.

Las culturas del Altiplano, enterraban a sus muertos con varias de sus pertenencias, más algunos alimentos para el largo viaje, y en posición fetal, tal vez como símbolo de que se volvía al vientre único de la vida, el vientre de la pacha mama.
Para los cristianos la muerte y la sepultura es el estado y el lugar donde esperamos el fin de los tiempos para la resurrección y el juicio final.

Ahora bien, no importa la cultura, existe un sentimiento intuitivo que les es transversal y consiste en cerrar el ciclo de la vida con el rito de enterrar a sus muertos, ya sea en Egipto, Grecia o San Pedro de Atacama. Expresando así la necesidad de buscar la paz, la paz de los muertos y la paz de los vivos.

Regresemos al principio, era obvio que dicha notificación se la hacían a los familiares, ¿Pero y si nadie acudía a las oficinas? .Qué pasará con el propietario, arrendador o concesionario del nicho. Con el tiempo es un hecho que nos perderemos de la memoria colectiva de la familia y no habrá quién pueda pagar por nosotros el nicho que ocupamos. Cuando llegue ese momento, ¿Quién intercederá por nosotros ante la administración del cementerio?, buena pregunta, tal vez el principio de un derecho constitucional que nos asegure "el derecho a estar bien muerto y que nuestro cuerpo o lo que vaya quedando de él, goce de la integridad física al igual que el de los chilenos vivos". (Agregar al artículo 19 de la Constitución).

Por otra parte, a lo mejor este aviso de vencimiento se lo comunican a los difuntos, quienes deberían terminar de descansar en paz y empezar a buscar forma de pagar su estadía en el cementerio por un tiempo más. Pero creo que esto es más difícil ya que la recuperación de los dineros por parte del cementerio en este caso no pasa por los usuarios del sistema mortuorio, sino por los que aún estamos vivos y construimos a diario el país.

Entonces el grado de humanización, progreso y cultura que pueda alcanzar una sociedad queda demostrado en el valor y respeto que ella sea capaz de sentir por la vida, la libertad y los demás derechos inalienables del ser humano. Cierto es que de alguna forma el respeto que se pueda sentir por el cuerpo de un compatriota fallecido, quien le entregó una vida de trabajo al país, haya sido un personaje público o no, revelan de modo significativo el grado de civilización alcanzado por los habitantes de esta sociedad nuestra.

LA PLANCHA DEL COMANDANTE



Ocurrió una vez un incendio en la céntrica calle Latorre de la ciudad de Antofagasta, a la altura del recordado cine con el mismo nombre, incendio que llamo la atención de mucha gente que lentamente se comenzó a reunir para lograr una buena vista de las llamas y humo que teñían el cielo azul de norte de rojo y negro.

La tarde había pasado tranquila, la función del cine Latorre estaba suspendida desde hace varias horas y había mucha gente esperando ver las películas que anunciaba la cartelera y los gigantes afiches de género y cartón colocados en la fachada del cine. La hora de la siesta ya terminaba y algunos transeúntes se aventuraban a recorrer las calles de un comercio cerrado por “fuerza mayor” como decían los letreros que colgaban de las vitrinas a la espera de que las tiendas abrieran definitivamente.

Corrían los inicios de los años cincuenta, la modernidad de pos guerra por fin comenzaba a llegar a una ciudad pequeña y a su Cuerpo de Bomberos, justo por esos años, la ciudad contaba con su primer carro bomba telescópico Pirchs, el tercero en el país, directamente importado desde Estados Unidos. Fue por esa época, según cuenta la leyenda, que la comandancia adquirió el primer megáfono portátil que debería utilizar el Comandante a cargo de dirigir las acciones… Todos los bomberos podrán oír con claridad las órdenes de su Comandante…. Y tendremos una sola voz de mando cuando estemos apagando un incendio….Fue la sentencia y fundamento para la compra de tan costoso y tecnológico aparato entregada por el primer Comandante a todos los Directores y Capitanes las Compañías que con curiosidad y timidez esbozaron algún reclamo por tan onerosa y enigmática maquina comunicacional.

Los bomberos más antiguos cuentan que los Comandantes al pasar todas las tardes a su guardia por el Cuartel General de calle Sucre, chequeaban constantemente el funcionamiento de tan sofisticado y moderno equipo alta voz. Dicen que los Comandantes contaban los minutos para que llegara la hora de usarlo y verse como esos Fireman Neoyorquinos que aparecían en los cromáticos catálogos que acompañaban a tales instrumentos en sus lujosos envoltorios.

Los vecinos curiosos miraban con atención los movimientos de los cansados bomberos, cada escala levantada o mueble rescatado eran observados atentamente por la muchedumbre, generando gestos de admiración o critica. Los incendios siempre fueron un espectáculo democrático y popular en Antofagasta, un acontecimiento al cual todos estaban invitados sin excepción en una ciudad dormida para muchas cosas, menos para los incendios. La orden del Comandante fue clara, todos los muebles y enseres de casa que se encontraban dañados por la acción del fuego y agua se debían dejar a un costado de la calle, separados de los que no presentaban ningún daño. Al término de incendio, cuando al examinar los objetos calcinados que los voluntarios sacaban de los escombros, el Comandante vio claramente una plancha eléctrica muy quemada con su cordón y enchufe totalmente chamuscado. Fue en ese momento, cuando el primer Comandante con la plancha quemada y su cable eléctrico colgando en una mano y en la otra el reluciente megáfono, símbolo de modernidad completa, en la otra mano, sin preguntarle a nadie se dirigió a la muchedumbre reunida en la calle a los periodistas, locutores y gráficos que informaban del sobre el incendio.
………..” Vecinos de Antofagasta aquí en mi mano esta la causa del dantesco incendio que asolo esta tarde la ciudad ¡Esta plancha y el olvido irresponsable del propietario comenzaron el incendio!”………
Rápidamente corrió un ayudante general hacia el comandante con una importante información, pero ya era tarde el comandante daba pleno uso al megáfono. En su cara se notaba el entusiasmo por el uso de tan adelantada maquina de comunicación que lo convertía en el centro de atención de la gente, las radios locales y los periodistas que cubrían el incendio.
…………” Vecinos, continuo el Comandante, esta plancha que se quedo enchufada es símbolo de la irresponsabilidad de………………”
“Comandante, comandante”… interrumpió disimuladamente el joven ayudante, pero nuevamente fue ignorado, ahora con cierto malestar por parte del jefe bomberil que sintió que le querían robar su momento de gloria y mando.
………..” De la irresponsabilidad de quien sin preocuparse por ella, casi quema toda la ciudad, a no ser por la pronta respuesta de bomber……. “
“Comandante, Comandante”…interrumpió enérgicamente el ayudante, luego acercándose sigilosamente al oído le dijo tímidamente… “No hay luz (Energía Eléctrica) en el sector desde hace cinco horas Comandante……… La plancha no es el origen del incendio”, sentencio tímidamente el ayudante, después lentamente se retiro del lado del Comandante dejándolo solo frente a todo el público…… El rostro del comandante, descolocado y perdido, reflejaba lo devastadora de la noticia, en su mano izquierda esa plancha quemada y en la otra el tan mentado megáfono. A esa altura del tiempo la noticia ya se había esparcido entre todos los vecinos del puerto presentes en el lugar y las carcajadas y comentarios de la gente se sentían aun estando a buena distancia de la multitud.

La generosa prensa escrita de la ciudad, junto a las radios y gráficos prefirieron generosamente ignorar este episodio y solo destacaron los acierto y sacrificios en la labor de los bomberos del norte, seguramente los relatos noticiosos de las radios locales omitieron en sus grabaciones las palabras del comandante, así como los gráficos olvidaron tranquilamente las fotos en que un una vez en Antofagasta un Comandante de Bomberos vestido con casco y chaqueta de riguroso blanco aparece con un megáfono en la mano y en la otra levantado una plancha eléctrica que nunca fue culpable de ningún incendio.

jueves, 21 de julio de 2011

EL INCENDIO DEL HOTEL ESPLENDIT

El incendio había comenzado en las habitaciones traseras del hotel, nadie lo detectó hasta que fue demasiado tarde, la marea de fuego se deslizaba silenciosa por entre las paredes y entretechos del vetusto edificio.
En los primeros momentos de nuestra llegada pudimos ver el fuego contrastado entre las junturas de las tablas del segundo piso y la brea candente cayendo humeante por entre las maderas del cielo del segundo piso como cascada de petróleo negro.
Estábamos ya en el reino del fuego, los bomberos lo conocemos bien, un anciano cuidador no pudo salir del fondo del edificio y dicen que un vendedor viajante que había logrado salir, volvió por la recaudación de sus negocios y ya no regresó más... lo encontramos muchas horas después, salvamos lo que pudimos, pero el destino se confabula contra nosotros, la alarma fue dada muy tarde, el edificio era la hoguera perfecta de calcinada y antigua madera seca.
Nuestros carros no eran los mejores y Antofagasta carecía de agua en todos sus grifos, solo los pozos de mar construidos en los primeros años de la ciudad servían, pero estaban muy lejos del incendio.
Como costaba ser bombero en esos años, dimos dura lucha, pasaban los minutos, atacábamos por todos sus frentes, el fuego comenzaba a rendirse, solo unos minutos más y ganábamos. Pero el gran cortafuego del fondo, con pilares de madera, no soportó más, su derrumbe fue total cayendo pesadamente al suelo, una gran nube de polvo candente se levantó enseguida. Nube que rápidamente tomó un color rojizo, el fuego, esa bestia roja, había saltado al edificio del fondo y con esto un nuevo incendio comenzaba.
La columna de humo y brazas incandescentes era enorme, un pilar negro que se levantaba desde los cimientos del fuego a las alturas del cielo. Un remolino oscuro e incandescente que iluminaba y oscurecía el centro de Antofagasta.
La tarea comenzaba de nuevo, el trabajo no podía parar, teníamos que vencer, como siempre lo hacemos, nuestro honor estaba en juego, nuestros muertos y mártires nos recordaban el deber que acompaña a un bombero siempre.
Con las horas comienza a caer la tarde y con ella la penumbra, después de muchas horas, en la peligrosidad de los escombros pudimos apreciar la dimensión de la tragedia, se había formado una nueva calle paralela a Latorre y Condell, todas las compañías concurrieron al incendio, la totalidad de los voluntarios, todos sus carros bombas, muchos camiones cisternas de empresas privadas, el Ejercito y la Municipalidad.
Seis o siete focos de incendio se declararon esa tarde, con las brazas que volaron por los cielos, dos muertos residentes del hotel, algunos civiles y bomberos heridos. Ese fue el resultado que arrojó el balance de esa tarde en que una parte del centro y la historia de Antofagasta ardió irremediablemente en llamas.
Cuentan que el Hotel Esplendit fue uno de los más elegantes edificios construidos en la Antofagasta salitrera, allí llegaban las distintas personalidades que arribaban a la ciudad por alguna visita de placer o comercio. Hombres de negocio, bellas damas del cine y teatro, encopetados gerentes de empresas, aristocráticos ingleses sin sangre real, duros y enérgicos administradores de alguna salitrera olvidada, si hasta el mismo Aristóteles Onasis dicen que estuvo allí.
Como importante fueron sus pasajeros, impresionante fue su despedida, por todo bombero recordada. Con los años su terreno fue un estacionamiento en que se quemó un automóvil y luego una feria comercial que también se quemó con un guardia fallecido a causa de las llamas, ese espacio llama al fuego, hoy es una importante casa comercial de carácter nacional, cuyo nombre suena parecido a repetición en ingles.
Esta tienda también tuvo un episodio de principio de incendio que fue rápidamente detectado por las nuevas tecnologías de seguridad. Tanto incendio repetido en un mismo lugar, tantos muertos que las llamas reclamaron como propios, otro misterio más o simplemente la casualidad de los acontecimientos en esta inflamable ciudad de madera, narrada eso si, con imaginación de bombero, usted decide.

EL MEDICO DE LOS POBRES

No recuerdo exactamente cuántos años tendría, pero esa tarde mi madre esperó solo algunos minutos para que me atendiera, era el tiempo en que los consultorios y las clínicas estaban por existir; el tiempo en que las horas por teléfono y los seguros catastróficos estaban por llegar ese tiempo en que si no alcanzabas horas en el hospital, podías ir a ver al médico de los pobres y él siempre te recibiría.
Sólo vagos recuerdos tengo de ese instante. Una sala algo oscura, una vitrina de instrumentos que brillaban con la luz de alguna lámpara lejana y otra de remedios que se repartían con generosidad extrema... y un médico alto de delantal blanco y hablar sereno que me examinaba.
"Quédese tranquila señora; es solo un resfriado, que en algunos días se le pasará", le dijo a mi madre al mismo tiempo en que le pasaba algunos remedios. Así fue como conocí al Doctor, al cual mi madre admiró siempre.
Con los años me convertí en profesor y una mañana fui invitado a la graduación de enseñanza básica y media de los reclusos que son atendidos en la Escuela que funciona al interior de la Cárcel Pública.
Estaba sentado junto a otros Profesores, que trabajaban en el establecimiento, cuando sentimos una gran ovación; era el Doctor Antonio Rendic que llegaba; de terno más bien claro, una corbata oscuro y delgada más un elegante sombrero Claro, con un ribete negro.
Caminó lentamente hacia su asiento entre los aplausos de todos los asistentes, a los cuales respondían con caballerosos gestos y venias de su sombrero.
Ha transcurrido el tiempo, recuerdo la ceremonia que a principios de los 90 se le hizo para homenajearlo y presentar un libro suyo de poemas y escritos de Antofagasta. Allí estaba esa figura alta; de cabellos blancos y pómulos hundidos en la santidad de dar. Solo en el escenario de ese Teatro lleno de gente que enmudecía ante la lucidez del hombre que hizo carne el evangelio y soneto su amor por esta tierra.
El médico que sanó los cuerpos de muchos y fortaleció el espíritu de todos los Antofagastinos que lo conocieron.
Los minutos pasaban rápidamente y él explicaba pasajes de sus escritos y poemas, con la habilidad mágica del más eximio narrador de historias. Cuando por breves segundos; hace una pausa; y nos pide disculpas por que nos cree cansados. ¡Si cansados! A nosotros que cómodamente escuchamos a este hombre que sobrepasaba los 90 años y nos hablaba de pie desde el escenario. Sin error alguno. Al término de sus palabras un Teatro Municipal que aplaude de pie y eufórico a uno de sus hijos predilectos, es una imagen imborrable para todos los que tuvimos el honor de estar allí esa noche.
El Doctor siempre recordó su tierra, esa bendita tierra que\' dejó un día al igual que muchos de sus paisanos para ganarle al desierto y hacerse gente del norte, ellos fundaron Compañías de Bomberos; Clubes Deportivos, dieron trabajo, en industrias y negocios, lucharon por días mejores. José Papic, José Trevizán, las Familias Korlaet, Kútula, Martinich y Simunovic; son sólo algunos ejemplos donde el sentido empresarial jamás se ausenta de la caridad y el amor por este ripio estéril que da forma diaria a nuestro paisaje.
Al pasar el tiempo y los acontecimientos, la figura del Doctor Antonio Rendic se hace inmensa, inmensa en la santidad de sus acciones y en la profundidad de sus escritos. Así como el sacerdote que recogió niños en los puentes del Mapocho o la Monja que limpió á los leprosos en la India, o el padre que caminando por España y el mundo nos enseñó a conocer y respetar a Dios en la vida cotidiana. Este médico de los pobres con su vida y ejemplo nos llama a construir una sociedad más humana y justa, donde nuestros dones estén al servicio de los más necesitados y de sus requerimientos más urgentes.

Hoy la memoria y las acciones del Doctor nos reclaman mucho más que un simple recuerdo hecho de calles y palabras, es el bronce noble y austero el que debe inmortalizar la figura de un hombre Santo que una vez su compañía fue regalada por Dios a nuestra querida Antofagasta.

viernes, 15 de julio de 2011

LA VIGA MAESTRA DE LA ECONOMIA



"Chile perdió la Patagonia por creer que “no valía nada” y por las mismas razones, acaba de desnacionalizar las mayores y mejores reservas de cobre del mundo, estableciendo “enclaves extranjeras” de rango constitucional, en el espacio más sensible de la economía y el destino nacionales: El cobre".
"Si esta legislación perdura, perderemos cien veces el valor de la Patagonia en el próximo medio siglo".
(Radomiro Tomic, 31 de agosto de 1983)

El lunes 11 de julio, junto con celebrarse los 40 años de la nacionalización del cobre para Chile, medida que no hubiera sido posible sin antes la Chilenizacion del rojo metal impulsada decididamente por el gobierno del Presidente Eduardo Frei Montalba, se efectuó un paro nacional de los trabajadores de CODELCO, en el que las arcas fiscales dejaron de percibir más de 41 millones de dólares solo por un día de no trabajo.
Este no puede ser considerado un paro más, por el contrario es sin duda el día en que Chile no recibirá su sueldo, porque el cobre extraído en los antiguos y eficientemente explotados yacimientos de CODELCO, es quiéranlo o no el sueldo de Chile o la viga maestra de nuestra economía nacional. Los trabajadores han anunciado claramente que esta huelga solo persigue dos grandes objetivos: Un trato digno y dialogante por parte de las nuevas autoridades de CODELCO y colocar en alerta a Chile por la desmantelacion estructural que está sufriendo la empresa por parte de estos nuevos gerentes instalados por el actual gobierno, que la están conduciendo paulatinamente a una privatización larvada de todas la divisiones, mas aun cuando el único amarre poderoso que sustentaba la empresa con el Estado era el 10% de las utilidades brutas de las ventas del Cobre que recibían las fuerzas Armadas y que antes se distribuían en las regiones productoras como una forma de mejorar su desarrollo productivo y social, así como una retribución a la pérdida patrimonial irreparable a los suelos nortinos que genera toda actividad minera.
Sin duda cualquier gobierno tambalea con un paro que trae asociado estas cifras diarias de perdida para el presupuesto nacional. Es aquí donde todos debemos reflexionar: "Si la paralización de CODELCO que produce un poco menos del 30% del Cobre Chileno genera tanta preocupación política y pérdida económica para el gobierno, ¿cuánto está dejando de percibir el Estado Chileno por la paralización eterna del otro 70% de la producción de cobre del país que hoy está en manos extranjeras?". Hoy nuevamente como en antaño, son los trabajadores del cobre los que nos señalan el camino y nos entregan a nuestras conciencias los números que hacen temblar la economía nacional de este país históricamente minero.
Hoy en día la gente en sus casas y en las calles se dio cuenta de esta realidad y está llegando la hora en que un profundo debate sobre la política minera que ha sustentado Chile deba ser abordado desde una perspectiva patriótica de cara a la ciudadanía y a la historia. Cada ciudadano ya sabe perfectamente que una plena y mayoritaria participación del Estado en la producción total del cobre, es la solución para los graves problemas económicos que sufre el país y a las reformas estructurales que mejoren la equidad y la distribución de la riqueza nacional para todos los chilenos. No interpretar estas demandas como Partido Democratacristiano, es no escuchar la voz de la razón que expresan las mayorías, en las calles y en sus casas. Además también es de alguna manera dar la espalda a las grandes transformaciones sociales que realizaron los Camaradas Eduardo Frei Moltalva y Radomiro Tomic Romero al dar el primer paso de independencia y dignidad nacional, Chilenizando el Cobre y ser después participes basales de su nacionalización definitiva. Años más tarde Don Radomiro Tomic fue uno de los más elocuentes y preclaros defensores del cobre y alerto claramente de la desnacionalización que el rojo metal comenzó a sufrir.
Los fantasmas del caliche que deambulan por mil oficinas salitreras olvidadas nos recuerdan sobre lo efímero y transitorio de las riquezas mineras que una vez valieron una guerra y en manos extranjeras una revolución. Son estas sales olvidadas del desierto de Tarapacá y Atacama nuestra propia Patagonia Minera que nos reclama y recuerdan la poca voluntad política de defensa soberana y visión de futuro que generaciones pasadas no tuvieron con el otrora llamado Oro blanco.
Ahora es urgente una Junta Nacional ampliada o un congreso ideológico acotado a ciertos temas específicos para lograr un pronunciamiento definido, con una política clara y específica sobre los temas que hoy se debaten en la calle y en miles de hogares chilenos como Partido Democraciacristiana que represente valientemente los verdaderos intereses de Chile.
Fraternalmente
Ricardo Rabanal Bustos
Profesor
Antofagasta, 12 de julio 2011


Segunda Región…..La tierra de Radomiro Tomic Romero y Edmundo Pérez Zujovic